Nota del editor N° 106
Recientemente leí en una publicación técnica que expresaba que uno de los principios que una empresa debería poner en práctica para impulsar sus actividades y crecer es tener en cuenta que “ el negocio de los negocios debería mejorar la sociedad” .
Traducido al lenguaje cotidiano este principio expresaría que el comportamiento de los individuos y de las empresas , siempre debería estar regido por los más altos standards , puestos en práctica en todos los órdenes de la vida .
En estos momentos , en que tanto se habla sobre educación en nuestro país , sobre la problemática y las falencias con que nos enfrentamos , con la dificultad que se presenta cuando una empresa necesita incorporar personal con niveles de educación básica ( leer y escribir , comprender textos ) , recordé la experiencia que me tocó vivir durante varios años en los que trabajé en Curtiembres Fonseca S.A.
En esa empresa , existió un proyecto , que se transformó en realidad impulsado por el Directorio que estaba en funciones en ese tiempo y que fue la escuela de nivel primario y secundario , reconocida por el Ministerio de Educación y que durante más de 10 años , funcionó en la curtiembre . Los alumnos , eran operarios y trabajadores que no habían tenido la oportunidad de cursar o finalizar la escuela primaria y/o la secundaria y que concluido su turno de trabajo , iban a clases , dentro del mismo establecimiento .
Algunos de los que lean esta nota recordarán que yo me desempeñaba en el área de Aseguramiento de la Calidad y Gestión Ambiental de la empresa y que si bien dar capacitación a los operarios y empleados formaba parte de los objetivos que plantean las normas ISO 9001 e ISO 14001 , entre otras , dar clases en la escuela era algo diferente y sumamente enriquecedor .
Otros empleados y Gerentes también cumplían funciones docentes , cada uno de acuerdo a su especialidad y formación .
Digo que la experiencia de dar clases en la escuela era diferente porque la relación que se establecía con el alumno , con esa persona que veíamos a diario cargando cueros o trabajando en una máquina , y que ahora estaba sentado en un pupitre , nos revelaba las ganas de progresar , de cumplir sueños postergados , sin importar la edad . Contribuir aunque fuera en una medida muy pequeña a que esos sueños y proyectos se cumplieran , me producía una enorme alegría y satisfacción . Lo más emocionante de todo este proceso eran las ceremonias de fin de curso : esposas , novias , hijos y nietos , toda la familia , celebraban los logros de quienes demostraban ser un ejemplo de superación .
Llegado este punto de la nota , se preguntarán por qué hago este relato . Será por nostalgia de que todo tiempo pasado fue mejor ¿ . Lo hago porque estoy convencida de que no todo está perdido como muchos piensan ( inclusive yo misma en algunos momentos de desánimo ¡) .
Creo que todos los que tuvimos la oportunidad de estudiar , de desarrollar una carrera profesional , tenemos la responsabilidad de comprometernos con la educación , de actuar sobre nuestro círculo de influencia , de transmitir la experiencia y conocimientos que hemos ido acumulando durante muchos años de trabajo .
“La educación ayuda a la persona a aprender a ser lo que es capaz de ser”.
Hesíodo , poeta de la Antigua Grecia .
Lic Patricia Casey