Nota del Editor N° 96
Con mucha frecuencia escuchamos que uno de los problemas que enfrenta la industria argentina para ser competitiva a nivel mundial y poder ganar mercados, es la baja productividad laboral. Una definición de productividad laboral que me parece clara es: “la relación entre el resultado de una actividad y los medios que han sido necesarios para obtener dicha producción.” Es un indicador que muestra la eficiencia con la cual los recursos humanos producen bienes o servicios.
Hay otra definición vinculada a la de Productividad laboral y es la productividad personal, que es la cantidad de trabajo útil que un individuo puede sacar adelante en una unidad de tiempo. Ambas conllevan dos miradas desde distintos ángulos: la laboral, considerando la producción de una empresa y la personal, considerando al individuo como una empresa. Hay factores que influyen para obtener mejores resultados en ambas.
Algunos de ellos son:
– La planificación: planificar las tareas, asignándoles prioridades, con fechas de cumplimiento, es fundamental tanto en lo personal como en lo laboral. En este último caso además hay que designar responsables con nombre y apellido. Si se espera que una actividad esté cumplida para una fecha dada, no esperemos que “alguien“ se ocupe de hacerla. Lo más probable es que “nadie” se responsabilice al momento de pedir resultados.
Al planificar una tarea, hay que tener en cuenta los posibles retrasos que puedan ocurrir, analizar las causas potenciales de esos retrasos y tener preparado un “plan de reacción o de contingencia“.
– Tiempos muertos: Muchas veces en las empresas se generan tiempos libres, de ocio en donde los empleados no pueden continuar su trabajo por razones que pueden ser tanto ajenas a ellos como causadas por ellos. Esto es un tiempo muerto.
El tiempo muerto evita que un operario cumpla con su carga de trabajo, a la vez que cada minuto desperdiciado innecesariamente le cuesta a la empresa porque el operario no puede realizar su trabajo, de la manera y en el tiempo en que fue planificado. Todo esto se traduce en costo para la organización y retraso en la entrega a los clientes. Los tiempos muertos también dan lugar a defectos en el producto, gastos en reparaciones y disminución de la productividad y la calidad.
Las distracciones que interrumpen la concentración del equipo humano, tales como: el mirar el celular con frecuencia, responder mensajes que no son urgentes, conversar constantemente con el compañero también son tiempos muertos. Dedicar tiempo a analizar los antes mencionados temas, a capacitarnos para adquirir herramientas que nos permitan reconocer los problemas que afectan la productividad laboral y personal, no debe considerarse una pérdida de tiempo sino una inversión que redundará en beneficios a corto plazo.